Dedicarle amor y paciencia a tu bebé será un regalo para toda la vida

Los primeros años de vida dejan huella en nosotros… ¿Lo sabías?

Todas esas primeras experiencias que vivimos – primeras relaciones, miradas, juegos, aprendizajes – quedan grabadas en nuestra memoria, ya sea consciente o inconsciente, y nos van formando como personas.

Es interesante ponerse a pensar en esto, porque gran parte de quienes somos hoy en día – nuestra forma de ser, nuestras creencias y formas de relacionarnos con otros – tiene su base en lo que vivimos esos 3 a 5 primeros años de vida.

Cuando nacemos nuestro cerebro aún no ha completado su desarrollo. Se dice que nacemos con aproximadamente un 25% del cerebro “listo”, y en los primeros 5 años de vida, éste llega a desarrollarse hasta aproximadamente un 90% en relación a un cerebro adulto. ¡Increíble! ¿No es cierto? ¡Imagina la velocidad de crecimiento en tan pocos años!

Entendemos, entonces, que este período de vida es crucial para nosotros, porque cada cosa que ocurra en nuestra vida – todas las emociones, experiencias y aprendizajes – serán absorbidas por nuestro cerebro que crece rápidamente, el que hará conexiones neuronales y comenzará a comprender cómo funciona este mundo y nosotros en él.

Para dar un ejemplo, imaginemos un bebé que acaba de nacer dentro de una familia. La conexión que tenga con su mamá, como cuidador primario, y luego con su papá y el resto de la familia, le mostrará cómo es que nos relacionamos los unos con los otros. Si ese bebé es mirado con cariño, cuidado con manos amorosas, si se acoge su llanto con paciencia, entonces irá creciendo en un ambiente de amor, comprendiendo que existen personas en el mundo que lo cuidan cariñosamente y que le ayudan a satisfacer sus necesidades biológicas y emocionales. El cerebro de ese bebé irá creciendo y comprendiendo que el mundo es un lugar seguro y amable, se sentirá amado y construirá una buena imagen de sí mismo.

Lo más importante de todo esto, es que esas formas positivas y seguras de relacionarse con las personas en su entorno serán su modelo de por vida. Es decir que ese bebé crecerá y será un niño o niña que se relacionará con otros – amigos, familiares, compañeros – desde el amor, la empatía y el respeto también.

Imaginemos entonces qué pasará si el contexto en el que crece ese bebé no es tan positivo y respetuoso, sino más bien hostil y negligente. Esa será entonces una forma de relacionarse que el bebé aprenderá como “normal”, y que en un futuro cercano aplicará en su propia vida.

He ahí la importancia de los primeros años y de lo que ocurra en ese tiempo tan crucial para todos. Viviremos nuestra vida desde esta premisa: “Así como fueron conmigo, así me relacionaré con otros”.

¿Cómo somos, entonces, con los más pequeñitos? ¿Cómo es que les hablamos?

¿Qué mensaje les estamos entregando que los acompañará el resto de la vida?

¿Cómo crees que tu infancia ha forjado la persona que eres hoy? Me encantará leer tus experiencias y reflexiones en los comentarios.

Dedicar amor, tiempo, paciencia y cuidados cariñosos a los más pequeñitos es algo en lo que vale la pena invertir. Será un regalo para toda la vida.

Escrito por: Consuelo Hepner – @koru_crianzarespetuosa

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