El apego seguro: fundamental para educar hijos seguros de sí mismos

Durante los primeros años de vida se sientan las bases del patrón de apego que probablemente ese niño arrastrará durante toda su vida. Si de pequeño sus padres mantuvieron una distancia emocional, le dejaban llorar con frecuencia y no le consolaban, es probable que ese niño termine pensando que el mundo es un lugar hostil, por lo que desarrollará un apego inseguro y disfuncional que le acarreará numerosos problemas en el futuro y le hará más vulnerable a sufrir diferentes trastornos psicológicos.

Al contrario, un niño cuyos padres estaban al tanto de sus necesidades emocionales y sabían satisfacerlas, desarrollará un apego seguro. Ese niño se sentirá seguro para descubrir el mundo y se relacionará de manera más asertiva con los demás, sin desarrollar una dependencia emocional.

No debemos olvidar que la educación emocional comienza desde que la madre coge por primera vez a su bebé en brazos. En ese mismo momento se empiezan a formar los vínculos afectivos. El bebé no solo debe sentirse protegido sino también querido, y la mejor manera para transmitírselo es tenerlo cerca y mantenerse atentos a sus necesidades.

Más adelante, cuando el niño crezca, ese vínculo no debe debilitarse sino consolidarse. Para ello los padres necesitan mucho amor, paciencia e intuición, las tres herramientas que les guiarán a través de las emociones negativas que el pequeño irá experimentando y que no siempre sabrá expresar adecuadamente.

En cualquier caso, no debemos olvidar que educar no es solo disciplinar, también es enseñar a amar. Por eso, los mimos, los abrazos y los consuelos no malcrían, educan en el amor, el respeto y la amabilidad.

 

Fuente: Etapa Infantil Jennifer Delgado

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